Este puede desembocar en enfermedades profesionales. Es un acoso más común de lo que se cree.
Aunque el ‘bullying’ en los colegios se ha convertido en el pan de cada día, este problema se ha extendido a las personas adultas en sus trabajos y es más frecuente de lo que se cree.
Este tipo de acoso laboral conocido como ‘mobbing’ –lo cual traduce hostigamiento o persecución–, según expertos de la Universidad de Boyacá, puede desembocar en enfermedades profesionales. Sin embargo las organizaciones se muestran reacias a admitir este hecho.
En los casos de acoso laboral suelen utilizarse conductas clandestinas y maneras sutiles, con el fin de no dejar huella o evidencia. Para determinar un caso real de acoso laboral se debe ser estrictamente objetivo, y se tienen que establecer una serie de comportamientos que generalmente son negados por el victimario.
Elementos como grabaciones, testigos o documentos, pueden determinar que las conductas de hostigamiento existen y que no son un asunto de una persona con mente paranoide.
Aunque el acoso laboral casi siempre tiende a la destrucción psicológica para obtener la salida de la organización de un compañero de trabajo, lo que pretende el victimario es mostrar su posición de poder mediante la destrucción del autoestima del acosado. Incluso, intenta mostrar un ejemplo de lo que puede llegar a ocurrirle a alguien en caso de meterse con él.
Lizeth Martínez, psicóloga de la Universidad de Boyacá, sostiene que este comportamiento social también afecta a las mujeres embarazadas. En ese caso, quien ataca no busca directamente la destrucción de la víctima, sino mostrar un castigo ejemplar que sirve de aviso para las otras mujeres.
Según estudios, al menos un 50 por ciento de las mujeres embarazadas registran haber sido víctimas de ‘mobbing’.
Según la psicóloga, el perfil del acosador es reconocible porque su finalidad es la muerte psicológica de alguno de sus compañeros y el encubrimiento de su mediocridad y de su egocentrismo. Así, se puede desviar la atención sobre sí mismo haciendo de las víctimas los protagonistas de las situaciones incómodas al interior de las compañías.
Normalmente el ‘mobbing’ se presenta de jefe a subordinado y es frecuente que los acosadores actúen en grupos y que los acosos vayan desde gritos e insultos hasta falsas acusaciones, amenazas, bromas malintencionadas y exclusión. Todo esto puede desencadenar en un “linchamiento psicológico” de la víctima.
Estos escenarios, concluye Martínez, pueden desarrollarse incluso en espacios externos, lo que conlleva una trascendencia en lo familiar y en los círculos sociales frecuentados.
LOS CAMPOS DONDE HAY MÁS MATONEO
Las Fuerzas Militares, las administraciones públicas, los colegios y el sector del turismo son algunos de los campos en donde las consecuencias psicológicas y laborales se traducen en el deterioro de la confianza en sí mismo, en la creencia de haber cometido errores y en insomnio, ansiedad, angustia, fatiga, torpeza, indecisión, agresividad con la familia, intento de suicidio, suicidio consumado, entre otros.
El desenlace habitual para la víctima es la renuncia a su trabajo de manera voluntaria. La recuperación de la persona afectada puede durar años y en casos extremos no se recupera jamás la capacidad de trabajar en grupo.
Pese a esto, la Ley 1010 del 2006 puso en marcha medidas para prevenir, corregir y sancionar el acoso laboral y otros hostigamientos.