viernes, 15 de octubre de 2010
Cómo educar hijos en un mundo sin valores
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación
La familia es clave en el proceso de sociabilización, educación y transmisión de valores éticos y como tal es centro en la formación de personas, ciudadanos y cristianos responsables de la construcción de un mundo donde el respeto y la solidaridad sea la base de la convivencia.
Junto a la familia tradicional, conviven otro tipo de familias, tales como las formadas por matrimonios en nueva unión, de hecho, monoparental (un adulto con hijos) y otras. Cualquiera sea el tipo, la misión es la misma: educar en valores.
En esta sociedad de la inmediatez, la familia, a veces, navega sin timones, y los hijos no encuentran puertos seguros donde refugiarse o protegerse.
El cambio acelerado y permanente en los aspectos económicos, tecnológicos y sociopolíticos; los avances en los medios de comunicación hacen que los padres se desentiendan, que no cumplan con ciertas responsabilidades que les corresponden. Es así que los hijos ejercen algún tipo dictadura, con el fin de lograr la satisfacción inmediata de deseos y si esto no se da “huyen” hacia salidas fáciles, tales como la Internet y, en el peor de los casos, hacia el alcoholismo y las drogas.
El "tener", más importante que el "ser”, impone unos valores materialistas, económicos y competitivos, como así también conductas insolidarias, xenófobas y de incomprensión.
La familia debe, por derecho y obligación, realizar una tarea preventiva para que resurjan los valores que esta sociedad olvidó e imprimirles una nueva energía.
Para ello, es bueno tener en cuenta un Decálogo de la Educación en Familia, extraído de Educar Hoy y adaptado por el pedagogo español Herminio Otero.
1.
Traten a sus hijos como personas, pero no los consideren como adultos ni les exijan como a personas mayores cuando son niños todavía.
2.
Sean para sus hijos un modelo de naturalidad, que inspire confianza.
3.
Dejen a sus hijos en plena libertad en su placer y ayúdenlos cuando tratan de renunciar a algo.
4.
Amen a sus hijos y busquen su bien para que sean felices en este mundo.
5.
Eduquen a sus hijos en libertad y sin coacciones, pero sepan poner límites cuando sea necesario.
6.
Enseñen a amar a sus hijos y no verán pecado alguno en el amor.
7.
Edúquenlos con serenidad y constancia sin dejarse llevar por arrebatos irreflexivos.
8.
Reconozcan, en los errores de sus hijos, los propios y sacarán provecho para modificar conductas negativas propias.
9.
Eduquen con sentido de comunidad y no aislados de ella, recociendo que cada uno es una persona singular.
10.
Preocúpense de transmitir valores a los hijos cuanto más pequeños sean y tanto menos cuanto mayores lleguen a ser.
El camino de educación es permanente. No se es padre hasta un momento de la vida, y nunca se deja de ser hijo aunque, con el tiempo, los vínculos cambian y maduran hacia una relación más adulta.
Escuchar lo que ellos viven es tan importante como expresarles con claridad lo que uno valora, lo que piensa y espera de ellos. Esto los ayudará a elaborar una alta autoestima y autovaloración.
Aunque no es fácil, es positivo permitir que un hijo cometa un error y poder después guiarlo para que lo enmiende y que sepa diferenciar la culpa de la responsabilidad. En la culpa, hay conciencia de lo que se está haciendo con premeditación.
El amor siempre debe estar presente. Para inculcar valores, siempre se debe amar a un hijo, valorarlo y respetarlo. Es importante ver siempre el lado positivo de las situaciones para vivir con y en esperanza. Educar con alegría es contribuir a que los niños construyan una personalidad sana, bondadosa y asertiva. Pero, por sobre todas las cosas, hay que enseñarles a desarrollar su capacidad para soñar y alcanzar sus objetivos con ilusión y entusiasmo.
Frente a los peligros de las “redes sociales”, nunca se debe dejar a los niños solos y es bueno preguntarles qué es los que están haciendo. Es recomendable que el ordenador se encuentre en un lugar público de la casa, y que se les asigne un tiempo limitado de uso.
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